martes, 29 de diciembre de 2009

ANÁLISIS Por qué es tan mala la educación en España


-¿Qué hace que nuestros alumnos tengan un rendimiento escolar inferior a la media de la OCDE y de la UE?
La educación se ha visto sometida en España durante los últimos años a la confrontación política y se ha situado en el centro del debate ideológico. Las posturas enfrentadas y los debates artificiales han ganado a la reflexión serena. Así, se han dejado de abordar los verdaderos problemas: el índice de fracaso y abandono escolar, los bajos resultados académicos obtenidos, el desfase de niveles educativos entre las comunidades autónomas, los conflictos de convivencia en los centros, la escasa consideración social de la labor del profesorado.
No podemos imputar todos los males del sistema educativo a las leyes de Educación. Pero no es menos cierto que las leyes de Educación vigentes en España desde 1985 tienen grave responsabilidad en los problemas actuales. Se trata del modelo educativo socialista -contenido en la LODE, la LOGSE y la LOE- cuyos postulados rebajan la cultura de la exigencia, del rigor y del esfuerzo, como manifiestan los contenidos curriculares y los criterios de evaluación y promoción de curso. Este modelo ha permanecido inamovible a pesar de la sensación de que ha habido continuas reformas.

-¿Qué supone que España esté a la cola en nivel formativo de la población?
En el momento actual, el modelo sobre el que se sustenta la economía española empieza a dar síntomas de agotamiento. Ha llegado el momento ineludible de diseñar una estrategia a medio y largo plazos para que la economía española y el bienestar de sus ciudadanos mantengan o incluso incrementen las cotas alcanzadas hasta hoy. La mejor solución para el desarrollo económico y la cohesión social pasa por disponer de un buen sistema de educación y formación para el empleo. Los hechos demuestran que los países que ejercen hoy un liderazgo económico, político y social son aquellos que, en su día, decidieron apostar claramente por la educación y la formación de sus ciudadanos.
El problema de los alumnos desmotivados es grave y frecuente en España. Más de un 30% de nuestros jóvenes entre 18 y 24 años no sigue estudiando más allá de la educación obligatoria, con grandes diferencias entre Comunidades Autónomas, frente al 14,8% de la UE 27. Es ésta una estadística preocupante porque los ciudadanos sin titulación se convierten con más facilidad que el resto en víctimas del desempleo y de la exclusión social. Pero el abandono y fracaso escolar no es sólo un problema educativo, sino también social y familiar, cuya máxima responsabilidad en la búsqueda de soluciones corresponde a los poderes públicos.

-¿El informe confirma que España se aleja de los objetivos europeos en títulados en Bachillerato?
Aunque en los últimos años hemos ido mejorando, y el porcentaje de alumnos que han conseguido el título de bachiller se ha ido incrementando, es cierto que España no alcanzará los objetivos de Lisboa para 2010.
Nuestra organización sindical, desde la implantación de la LOGSE, siempre ha reclamado un bachillerato de tres años de duración, como los de la gran mayoría de los países de la Unión Europea, que permita que nuestros alumnos lleguen a la universidad sin las carencias actuales. Efectivamente, un bachillerato de tres años permitiría dosificar mejor la carga lectiva de todas las materias y estaría en la línea de la mayoría de sistemas educativos europeos.
Tenemos que recordar que esta etapa educativa no es obligatoria, pero se debería hacer un mayor esfuerzo para mejorar la calidad y la excelencia de este nivel.

-¿El Gobierno ha tomado las medidas necesarias y oportunas para solucionar los problemas de la educación?

En opinión de ANPE, no se han adoptado todas las medidas necesarias y oportunas. Es preciso un cambio hacia parámetros de calidad basados en la valoración del conocimiento, la exigencia en el aprendizaje, la evaluación rigurosa y el esfuerzo como garantía de progreso personal, porque sin esfuerzo no hay aprendizaje. Como ha señalado ya el propio ministro de Educación, estos son valores educativos universales, no exclusivos de determinadas ideologías.
Tenemos que atrevernos a desechar lo que se ha demostrado poco válido. Es imprescindible aumentar el peso de las materias instrumentales -lectura, escritura y matemáticas- en la enseñanza Primaria, modificar la configuración actual de la Secundaria y prestigiar como merece la Formación Profesional, que debería ser una de las grandes prioridades.
Desde ANPE desearíamos que este curso que comienza fuera el del pacto de estado por la Educación, sobre el que parece haber un gran consenso social, que siente las bases para abordar la gran reforma pendiente en nuestro sistema educativo: que cambie su modelo y su estructura y que, además, permita afrontar definitivamente la situación laboral y profesional del profesado, a través de la aprobación del Estatuto Docente.